Oscar Ramón Cardozo cumplía domiciliaria en la casa de una funcionaria judicial de Asunción, Paraguay. Increíblemente, el marido de la mujer le hacía de chofer cuando a la salida de una carrera de caballos clandestina lo ejecutaron. Su incursión delictiva por la Argentina y la cinematográfica fuga que protagonizó en Santa Fe.
Cambyretá es una pequeña ciudad paraguaya, asentada sobre las orillas del río Paraná, frente a la misionera Posadas. De tierra roja y rica en flora y fauna, fue el escenario del crudo homicidio de Oscar Ramón Cardozo, un narco que hizo carrera en la Argentina con el inconfundible apodo de “King Kong”.
Cardozo, de 52 años, hizo de la clara alusión a su aspecto físico, robusto y rígido, su marca personal: los ladrillos de marihuana que distribuía en varios puntos de la Ciudad de Buenos Aires y el conurbano llevaban la figura de un gorila, animal al que Hollywood dota de espectacularidad desde 1933.
Incluso, su estandarte fue encontrado en un papel arrojado a la basura en los pasillos del barrio 1-11-14 del Bajo Flores, en marzo de 2021, durante allanamientos realizados por la PFA, en el territorio gobernado por los hermanos “Marcos” y “Piti” Estrada Gonzáles junto al prófugo más buscado Raúl Martín Maylli Rivera, alias “Dumbo”.
La etiqueta con el simio -que acompaña este artículo- fue encontrada en los residuos que la organización dejó luego de sacarle el envoltorio a los panes de marihuana, para picar y fragmentar para la venta, indicaron fuentes del caso a TN.
Los jefes de la 1-11-14 no comercializan cualquier tipo de droga, se aseguran de abastecerse de marihuana de buena calidad, detallaron sobre el producto que ofrecía el narco paraguayo.
Por esa razón, creen que el proveedor de la organización le compraba -entre otros- a “King Kong”, una especie de gerente mayorista de la droga, preso en Ezeiza desde 2017.
Los barrotes no pusieron fin a su actividad. El gorila volvió a aparecer, meses más tarde, en el papel que envolvía más de dos toneladas de marihuana que fueron secuestradas por la Policía de la Ciudad, sobre la ruta 14, en Entre Ríos.
El chofer que trasladaba el cargamento, el brasilero Carlos Alberto Biazuz, intentó escapar, pero lo atraparon a pocos metros del camión que había traspasado la frontera vía Santo Tomé (Corrientes).
Según la investigación a cargo del juzgado federal de Campana, el transporte llegó vacío a Misiones, donde colocaron la droga que -a su vez- habría ingresado desde Paraguay, por el río Paraná.
Sin embargo, “King Kong” no fue vinculado en la causa judicial que instruyó Adrián González Charvay.
La carrera narco de “King Kong” en la Argentina: marihuana de Pedro Juan Caballero, fugas y tiros
El primer registro del narco en el país se dio en marzo de 2006, cuando fue arrestado tras un operativo de la PFA en una estancia de la localidad bonaerense de Abbott, con pista clandestina propia, donde encontraron casi 400 kilos de marihuana.
En esa oportunidad, pasó una breve estadía tras las rejas, debido a que se escapó caminando de la alcaidía de la Unidad Regional IX de Reconquista, burlando todos los controles: cámaras, puertas, rejas y portones. La singular fuga le costó el cargo a varios jefes policiales de Santa Fe.
Tampoco pasó mucho tiempo hasta que fue recapturado. En siete días volvieron a ponerle las esposas y fue enviado a Paraguay donde lo buscaban por un homicidio de 2002 en el departamento de Itapúa.
No quedó detenido. En 2011 su nombre volvió a la prensa cuando fue acusado de asesinar a un vecino a balazos en Yatytay, la ciudad en la que había nacido. Una vez más, el narco regresó a la Argentina y se superó.
En junio de 2016, la Policía de Seguridad Aeroportuaria tuvo, gracias a “King Kong”, el decomiso de marihuana más grande de su historia: 4273 kilos, distribuidos en 4639 panes procedentes de Pedro Juan Caballero. Ocurrió durante un operativo bautizado “Pinito Verde”, desplegado en un galpón ubicado sobre la colectora de la Ruta 3, a la altura de Virrey del Pino, en La Matanza.
En ese lugar, los agentes divisaron el camión con acoplado que había sido marcado por un informante. Dieron la voz de alto, pero el narco paraguayo -que usaba las identidades falsas de Eleuterio Martínez y Juan Gabriel Montana López para operar- se escapó a los tiros.
Más tarde, los investigadores lograron ubicarlo en Catriel, un pueblo de General Roca, en Río Negro, donde alquiló un campo para trabajar y trasladó a su familia. Lo atraparon en febrero de 2017.
Tras un procesamiento del juez Ariel Lijo, fue condenado a la pena de nueve años de cárcel como el organizador y financista de una estructura dedicada al tráfico de drogas.
Alojado en el penal de Ezeiza, Cardozo intentó todo para salir. De acuerdo a La Capital, comenzó a pedir domiciliaria luego de contagiarsede coronavirus. Se realizó estudios en los que médicos certificaron que padecía diabetes tipo 1 y que sufría secuelas de tuberculosis y acromegalia.
También anotaron “un tumor de hipófisis” que le provocaba “agrandamiento de cabeza, cara y manos debiendo ser evaluado por un endocrinólogo”.