Hace 3 años se encuentra radicado en Esquel, Chubut. Allí con Argento, su caballo, triunfa como Jockey profesional compitiendo contra los mejores del Sur Argentino.
No es causal el vínculo entre el ser humano y el caballo. Está comprobado que son capaces de generar una importante conexión con las personas. Ellos, en su extrema sensibilidad, perciben cómo estamos, ya sea acelerados o tranquilos, nerviosos o calmos.
Jonathan Vega desarrolló esa gran conexión con los caballos desde muy chico, en Villa Unión, su ciudad natal. «Mi vida con los caballos comenzó desde que era muy pequeño. Siempre me encantaba ir al campo», describió en diálogo con La Red.
A sus 12 años, comenzó a correr como Jockey en la cabecera del Departamento Gral. Felipe Varela, «ahí la familia Ocampo me enseñó muchísimo sobre las carreras».
Los caballos representan libertad, fuerza; reflejan la posibilidad de transgredir los límites del espacio. En esa sintonía, el joven riojano, en búsqueda de su sueño y de mejores oportunidades, llegó al Hipódromo de La Punta en San Luis.
«Allí conocí a una gran persona, Juan Luna, quien me enseñó muchísimo y hasta el día de hoy seguimos en contacto», comentó y resaltó: «En el hipódromo fui peón y estuve trabajando para aprender bien».
Relató que tiempo después viajó a San Juan, donde estuvo un año, y continuó capacitándose.
Luego de un tiempo, «me decidí venir a Esquel, Chubut, a partir de un contacto que tenía». «Aquí estoy viviendo con una familia que más que un empleado pasé a ser un hijo para ellos, me brindan todo». «Sinceramente le debo todo a ellos», dijo.
«Fue muy duro alejarme de mi familia, pero fue impulsado por mi pasión que son los caballos, y en la búsqueda de mis sueños y mejores oportunidades», indicó emocionado.
En este sentido, expresó que Argento, su caballo, «me marcó mucho. Tuvimos varias carreras, en las que ganamos y perdimos, pero así son las carreras. Siempre hay que seguir a paso firme, tratando de mejorar que los resultados llegan solos».
Jonathan con Argento triunfó en Clásicos en Comodoro Rivadavia, en Bariloche, en el Bolsón, Río Negro, entre otros.
Con la humildad propia de una persona oriunda del interior profundo, sostuvo «esta es mi historia como Jockey, que es una gran pasión que tengo. Con los caballos soy feliz. Si tengo algún problema, ahí me olvido de todo».
Finalizando, comentó que «le agradezco infinitamente a mi familia en Villa Unión, porque siempre me apoyan y acompañan a pesar de la distancia», y continuó aduciendo: «Por supuesto que también a mi familia aquí en Esquel, de Eduardo Ulloga, la que me brindó la oportunidad de trabajar y hacer lo que me apasiona. Realmente estoy muy feliz por todo el progreso que tuve».