Otro año más, miles de peregrinos se congregaron nuevamente en el Santuario del Señor de la Peña para participar del Vía Crucis y celebrar la Pasión de Cristo. El mítico homenaje para venerar y renovar la fe volvió a reunir a una gran cantidad de comunidades que pidió y rezó con emoción, junto a la enorme roca que se asemeja a un rostro humano.
Como cada año, creyentes de diferentes partes de la región y el país se trasladaron hasta el lugar para vivir la Semana Santa en el departamento Arauco. Algunos llegaron en automóviles, camionetas, motocicletas, colectivos de larga distancia, combis y bicicletas.
Otros, viajaron a lomo de caballos, e incluso se podía ver a unos pocos a pie. Antes del mediodía, el ingreso se vio detenido debido a un choque en cadena que sucedió entre cinco vehículos, por lo que el acceso al Santuario se demoró durante unos minutos y el tránsito fue acumulándose cada vez más.
Las largas filas de vehículos eran interminables, algunos tomaron el camino por Ruta Nacional Nº 75 y los demás decidieron viajar por la Ruta Nacional Nº 9. En las garitas a la entrada, cobraron diferentes valores a los rodados para ingresar.
Las motos abonaron $200, autos y camionetas $500, combis $1.000 y colectivos $2.000. A simple viste se observaba que la concurrencia fue mucho mayor a la del año pasado, ya que el lugar estaba totalmente colmado de carpas de quienes permanecieron en el lugar desde el día anterior, gazebos de familias que llegaron temprano a pasar el día, y de feligreses que ocuparon las pocas sombras con sillas plegables y mesas.
En las localidades cercanas al Santuario, también se registró una gran afluencia de viajeros, que visitaron la provincia a realizar turismo religioso. Cerca de las 11 de la mañana, comenzó la actividad diocesana con el Vía Crucis, donde los concurrentes que peregrinaron hasta la gran roca pidieron la bendición de Dios y comenzaron a vivir el encuentro de fe y esperanza. Anteriormente, se había concretado un Vía Crucis a las 8:30 y la celebración penitencial a las 9:30.
Por su parte, el obispo Dante Braida se encontraba desde temprano en el lugar. Durante el mediodía, confesó a varios feligreses que aprovecharon la oportunidad y esperaron su turno ordenados en fila. El calor riojano se hizo sentir durante todo el día, a pesar de que la zona de la Costa Riojana es conocida por tener brisa fresca, la humedad no perdonó y los asistentes debieron permanecer con gorras, lentes de sol, pañuelos y abanicos.
En el predio estaban colocados diferentes puestos de sanidad e hidratación, junto con operativos del personal del COE y la Municipalidad de Arauco, que brindaba información junto a la Policía y Bomberos Voluntarios. Para acceder a los sanitarios también había extensas hileras de personas.
Se pedía una contribución de $50 pesos para poder utilizarlos, y se entregaban kits de ducha a $200. Aprovechando el intervalo de actividades desde las 12 y hasta las 15, niños, grandes y jóvenes seguían arrimándose cada vez más al sitio de peregrinación y fe. Había familias presentes que viajaron horas desde Buenos Aires, Santiago del Estero, Jujuy, Salta, Catamarca, San Juan, entre otras provincias. Según pudo conocer este matutino, algunos de los presentes ya venían planeando el viaje desde hace tiempo para cumplir un año más con la peregrinación y la profunda devoción. Pero había otras personas que sólo asistieron para conocer el atractivo turístico, los paisajes únicos y pasear por la provincia.
Desde el jueves por la noche, los promesantes se dieron cita en el territorio arauqueño para homenajear y adorar a la inmensa roca con el rostro de Jesús. Con emoción y fe, renovaron las promesas pidiendo y orando, colocando sus frentes y manos sobre el Señor de la Peña, una figura venerada desde hace 400 años.
Como parte de la devoción y en algún momento de su permanencia en el lugar, los feligreses encendieron velas en los pequeños lugares alrededor de la piedra, al pie del peñasco, y aguardaron arrodillados hasta que las mismas terminen de consumirse en su totalidad, con el objetivo de testificar la paz, el regocijo y el perdón. También dejaban colocados diferentes objetos, como cruces y rosarios.