De perfil bajo, se mantuvo siempre alejado de las cámaras pero jamás se separó de su hermana. «Yo lo cuidaba de chico y ahora él me cuida a mí», contó la modelo en una de sus últimas entrevistas.
«Con mi hermano somos súper cercanos, súper amigos y compañeros. Siempre fuimos muy unidos. Yo tuve mucha protección sobre él desde muy chico y, obviamente, cuando pasó lo que pasó se vino a vivir acá y estamos todo el día hablando y nos vemos casi todos los días», contó Silvina Luna en una de sus últimas entrevistas. Hablaba de Ezequiel, su hermano cinco años menor y el gran compañero que estuvo junto a ella en los momentos más difíciles, justo cuando más la necesitaba.
Crecieron juntos en Rosario. Ella era más grande pero siempre muy cercana. Cuando eran chicos jugaban juntos y se prestaban los juguetes pero con el paso del tiempo ella pasó a cuidarlo y guiarlo por los complicados caminos de la adolescencia. Hasta que a Silvina la fama le tocó la puerta: era hora de viajar a Buenos Aires para jugarse por cumplir sus sueños y hubo que despedirse.
Para Silvina todo fue muy rápido y frenético: Gran Hermano, el teatro, las giras y el salto al estrellato en los medios. Modelo, vedette, figura de los medios y famosa en todo el país. Ezequiel, en tanto eligió quedarse en su ciudad natal, pero nunca se alejó de su hermana. La distancia se achicaba con el diálogo constante y algún que otro viaje para verse y mantener sólido el vínculo inquebrantable entre ellos.
Juntos debieron afrontar el primer gran golpe de sus vidas: la muerte -casi al mismo tiempo- de sus padres. Allá por marzo de 2008 se fue Sergio, su papá y en agosto de ese mismo año Roxana, la mamá. «Una vez me dijeron que me había quedado huérfana, y yo respondí que no, porque ya tenía 28 años… Pero no tenía mi familia propia en la cual refugiarme, solo a mi hermano, a quien le llevo cinco años. Juntos aprendimos un montón de cosas. Siempre fui de ir para adelante, pero con los años me di cuenta de que hay que parar», sostuvo Silvina meses atrás en una entrevista en Agarrate Catalina (La Once Diez).
Juntos atravesaron el dolor y se mantuvieron unidos hasta que llegó el momento de quiebre: la operación en 2011 con Aníbal Lotocki y los problemas que el metacrilato provocó en el cuerpo de la modelo. Con el tiempo la salud de Silvina empeoró y Ezequiel tomó la determinación de mudarse a Buenos Aires para luchar junto a ella. «Yo siempre lo cuidé a él y ahora él me cuida y me apoya, viene a casa y me prepara una comida, me abraza y eso me ayuda un montón», detalló Silvina, en mayo, en La Peña de Morfi.
En junio, cuando Silvina debió internarse por última vez y ya no pudo recuperarse, él estuvo a su lado. Hacía tiempo se había ofrecido como donante del riñón que ella necesitaba para tratar de dejar atrás su insuficiencia renal, pero los problemas fueron más urgentes y la joven de apenas 43 años no llegó a estar lista para aquella operación.
Pelearon juntos hasta el último día, cuando ella ya no pudo más y, ahora sí, les tocó despedirse para siempre.