Opinión: De la subestimación al respeto. El primer año de gobierno de los Milei

Se cumplió un año de gestión del presidente Javier Milei al frente de la máxima envestidura del país. En NoticiasFans te compartimos el analisis y opinión del licenciado en Ciencia Política, Heber Sirerol Salinas, integrante de la Consultura Sintonia Fina.

El ascenso de Javier Milei a la presidencia en 2023 estuvo marcado por el escepticismo generalizado. Políticos, analistas y economistas coincidían en que el gobierno no superaría los primeros meses debido a su discurso rupturista, la falta de experiencia de su equipo y la profundidad de las reformas que prometía. Sin embargo, a un año de asumir, Milei ha consolidado su liderazgo en un escenario complejo, desafiando las predicciones más pesimistas y dejando a sus críticos con menos certezas que nunca.

Un gobierno subestimado que logró estabilidad

Durante los primeros meses de su gestión, las especulaciones sobre una posible crisis institucional fueron constantes. Desde sectores opositores y mediáticos se alertaba sobre si duraría 1, 2, 3 o 6 meses, además del impacto de las políticas de ajuste fiscal y el recorte drástico del gasto público. Sin embargo, los números de su imagen no solo se mantuvieron estables, sino que incluso mostraron ligeras mejorías en ciertos sectores, gracias a logros económicos concretos como:

  • La merma de la inflación, que pasó del 211,4% anual a un 104% proyectado para 2024 (en este punto hay diferentes números según la fuente que se consulte).
  • La caída del riesgo país, que devolvió cierta confianza a los mercados internacionales.
  • El incremento de reservas en el Banco Central, derivado de políticas de apertura económica, endeudamiento y también el famoso blanqueo de capitales, que beneficia a los más ricos del país.

No obstante, el ajuste fiscal tuvo un alto costo social: la carga recayó principalmente sobre los sectores populares (jubilados, empleados públicos, etc.), mientras que la clase política —la llamada “casta”— casi no fue tocada por estas reformas. Los datos del INDEC revelan un incremento de la pobreza al 52,9% y de la indigencia al 18%, a pesar de la mejora en ciertos indicadores macroeconómicos.

El pragmatismo como estrategia: los diálogos y las contradicciones

Aunque su discurso radicalizado lo posicionó como un líder antisistema, Milei ha demostrado una sorprendente capacidad para dialogar y negociar con sectores tradicionalmente opuestos. Recordemos sus críticas a países “comunistas” como China, con los cuales nunca podría vincularse, algo que solo duró unas semanas. Su pragmatismo quedó evidenciado en el vínculo con economistas que fueron clave para generar confianza en los mercados, o su relación fluctuante con Mauricio Macri y Luis Caputo, dos aliados cuya influencia en el gobierno despertó críticas internas, pese a que antes de su ascenso a la presidencia los trataba de corruptos y “fugadores seriales”.

A pesar de las tensiones con Caputo, derivadas de desacuerdos en torno al manejo del dólar y las reservas, llegó a nombrarlo como el mejor ministro de Economía de la historia. También, las contradicciones con Macri, que luego de “usarse” entre ambos, desarticuló a gran parte del PRO llevándose al gobierno a la que en ese momento era la presidenta del partido, Patricia Bullrich (la ex terrorista pone bombas…), que intentó incidir en las decisiones políticas desde las sombras. Milei logró mantener cierto equilibrio. Sin embargo, estas alianzas pragmáticas evidenciaron fisuras en su promesa de romper con la vieja política, lo que generó cuestionamientos sobre su coherencia.

El ajuste como bandera: el déficit cero a cualquier costo

El presidente ha sido inflexible con su principal promesa económica: alcanzar el déficit fiscal cero. Para ello, implementó recortes masivos en los fondos destinados a las provincias, generando fuertes tensiones con los gobernadores. Estas medidas golpearon con mayor intensidad a las provincias menos desarrolladas, donde la dependencia del Estado es más alta.

Los recortes impactaron en programas sociales, infraestructura, obra pública necesaria, servicios como la salud, la educación y la seguridad, mientras que las provincias más cercanas al oficialismo lograron evitar los mayores ajustes gracias a acuerdos específicos, que en la mayoría de los casos significaron votos en ambas cámaras. Esta política de redistribución desigual del esfuerzo fiscal generó nuevas brechas regionales y complicó las relaciones con el interior del país.

La oposición: entre la fragmentación y la ineficacia

Uno de los factores que explican la supervivencia política de Milei ha sido la debilidad de la oposición. Las internas entre los partidos tradicionales —el peronismo, el radicalismo y el PRO— impidieron la construcción de un frente sólido. La falta de estrategia y las críticas sin propuestas concretas terminaron favoreciendo al oficialismo, que capitalizó esta desorganización para avanzar con su agenda. Las críticas constantes a las formas, a los aspectos personales de su vida privada, su hermana o sus perros, no lograron eco en la mayoría de la población, siendo un desgaste innecesario que no se capitalizó.

El peronismo en general y el kirchnerismo, en particular, no logran todavía reponerse del golpe de knock-out que significó la victoria de Milei, lograda con su discurso disruptivo y bancado por la juventud y las redes, un campo donde La Cámpora y el peronismo aún no logran hacer pie. Encontraron en Milei un rival que revitalizó su narrativa de polarización. Cristina Fernández de Kirchner sigue siendo una pieza clave para definir el tablero político. Milei decidió subirla al ring con comunicación directa y casi un diálogo constante entre tuit y tuit, de un lado y del otro, casi monopolizando el escenario.

Sin embargo, la fragmentación interna del Frente de Todos y los cuestionamientos a la herencia del gobierno de Alberto Fernández le quitaron capacidad de presión. A pesar de que la gestión de la pandemia puede haber sido aceptable, los dos últimos años, con una inflación incontrolada y las escapadas del dólar, ya habían socavado el gobierno. La derrota en el balotaje y los escándalos posteriores del expresidente dejaron casi indefendible al gobierno anterior.

El rol de Karina Milei y las controversias por el nepotismo

Karina Milei, hermana del presidente, ha sido una figura central en este primer año de gobierno. La modificación de la Ley de Ministerios para permitir que ocupe un cargo formal desató fuertes críticas de sectores opositores y mediáticos. A pesar de ello, la ciudadanía parece haber pasado por alto estas acusaciones de nepotismo, priorizando los “resultados económicos” sobre las formas. Karina se ha convertido en una operadora clave del poder, acumulando influencia en decisiones estratégicas y manteniendo un perfil más alto del que muchos esperaban.

El estilo Milei: de la crítica al respeto

En La Rioja, según la encuesta realizada por la consultora Sintonía Fina, más del 60% de los consultados no prestan atención a los aspectos personales, rasgos partidarios, modales o cuestiones morales o éticas de un político. Solo priorizan que cumpla con lo que prometió. Milei dijo que bajaría la inflación y, hasta acá, lo viene logrando.

A lo largo de este primer año, los rasgos de la personalidad de Milei —su tono confrontativo, su rechazo a la corrección política y su cercanía con figuras polémicas— fueron blanco constante de ataques. Sin embargo, estas críticas no lograron erosionar su imagen. Incluso muchos críticos reconocen sus logros económicos, aunque discrepen con su modelo o su estilo de gestión. El paso de la subestimación al respeto parece ser el rasgo más destacado de este primer año de gobierno, un período que, a pesar de sus contradicciones y costos sociales, marca un punto de inflexión en la política argentina.